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Vicente de Manterola y Perez

Biografia

Manterola y Perez, Vicente. San Sebastian (Guipuzcoa), 22.I.1833 ? Alba de Tormes (Salamanca), 24.X.1891. Eclesiastico, escritor, politico y carlista.

Nacio en el seno de una familia modesta, de abolengo carlista. El mismo se considero como un carlista de siempre, como uno de aquellos que se alimentaron con la doctrina y las esperanzas del partido desde la cuna.

Despues de adquirir los primeros conocimientos en Latin, Humanidades y Frances en la capital donostiarra, ingreso en el seminario conciliar de Pamplona en 1846, donde logro lisonjeras apreciaciones. Recibio el grado de licenciado en Sagrada Teologia en el seminario central de Toledo y se doctoro en el seminario de Salamanca.

A pesar de las instancias del prelado de Salamanca para que se encargara de una catedra del seminario central prefirio volver a Pamplona y luego a San Sebastian, donde ejercio el profesorado. Fue sucesivamente canonigo magistral de la catedral de Pamplona, secretario de camara del obispo de Calahorra, Antolin Monescillo, y canonigo magistral de la catedral de Vitoria a partir del 22 de octubre de 1862.

La intolerancia caracterizaba ya al joven clerigo que escribe en un folleto de aquel ano: “¿Es posible que haya espanoles que quieran para su patria la libertad de cultos? ¿Han pensado alguna vez que es lo que pretenden? ¡Nada! Que puedan los protestantes venirse a Espana y dar en ella culto a Dios segun su conciencia les dicte”.

En la capital de Alava su actividad fue pasmosa.

Se encargo de la direccion del Boletin Eclesiastico del Obispado, en el cual hizo gala de sus talentos de polemista, fue uno de los principales animadores de la “Sociedad de propagacion de buenos libros”, y fomento la creacion de varias asociaciones de caracter religioso y social como las Conferencias de San Vicente de Paul. Su fama de orador fue cada dia mas grande y se requirio su presencia en todas partes. El viernes santo del ano 1864, predico en la Real Capilla ante la reina Isabel II. En las Provincias Vascongadas se aprecio particularmente el fervor vasquista del predicador que solia alabar la independencia de esas provincias jamas conquistadas y la bondad de sus costumbres.

El sermon que pronuncio en Villarreal de Alava, el dia de san Prudencio en el ano de 1865, es un verdadero y muy peculiar himno a la lengua vasca, una lengua, segun el, “en que la blasfemia es imposible, una lengua que jamas se ha visto salpicada por la inmunda baba de Satanas”.

El 7 de septiembre de 1866 se publico en Vitoria el primer numero de una revista que desempeno un papel importante en la propaganda de los tradicionalistas: el Semanario Catolico Vasco-Navarro, fundado y dirigido por Manterola. En sus primeros anos, la revista se conformo con defender la ortodoxia de la fe catolica y los intereses de la Iglesia pero acabo tomando abiertamente partido por don Carlos. El 9 de julio de 1869 publico la carta-manifiesto del pretendiente carlista a su hermano Alfonso. Los ultimos numeros, en el ano 1873, fueron verdaderos llamamientos a las armas.

Las actividades del batallador clerigo no fueron del agrado del Gobierno y se le comunico que su presencia en Vitoria era perjudicial al orden publico. Fue emplazado en Madrid el 27 de diciembre de 1868 por el ministro de Gracia y Justicia, que era entonces Romero Ortiz. El comite electoral catolico de Guipuzcoa, que defendia en realidad las tesis carlistas, le designo como uno de sus candidatos para representar a aquella provincia en las Cortes Constituyentes de 1869. El final de la proclama electoral fechada en Zumarraga el 4 de enero de 1869, y sin duda inspirada por Manterola, expresa claramente el sentido de esta candidatura capitaneada por el canonigo de Vitoria: “He aqui lo que vuestros votos han de significar: Dios y Fueros; pero Dios sobre todo. Antes que otra cosa, somos hijos de la Iglesia Catolica Apostolica Romana, y al triunfo de su causa, que es la causa de Dios, sacrificamos todas las cuestiones meramente humanas”.

Elegido por Guipuzcoa, Manterola recobro la libertad de movimiento con la inmunidad parlamentaria.

Empezo para el una nueva e importante etapa de su vida publica, la actividad parlamentaria, la unica, practicamente, que recordara la mayoria de los historiadores por el duelo que sostuvo con Castelar.

La apertura de las Cortes tuvo lugar el 11 de febrero.

Fueron dias importantes para Espana. Las Cortes debian fijar la suerte de la nacion y para eso lo primero que habia que hacer era elaborar una Constitucion. A este respecto, dos puntos motivaron renidos debates, la forma de gobierno y mas aun la cuestion religiosa.

El gran combate empezo el 7 de abril con la intervencion de Castelar y pronto se redujo a una lucha singular entre este y Manterola, uno de los grandes oradores, a quien, como dijo Blasco Ibanez, aquella revolucion saco de la oscuridad. El diputado por Guipuzcoa, aludido por Castelar dias antes, intervino el 12 de abril.

Su discurso, buen ejemplo, por su extension, grandilocuencia y vehemencia, de la oratoria politica de entonces, ocupo toda la tarde. El final de su intervencion da una idea exacta de la tonica general del discurso: “[...] si Espana tiene la desgracia de lanzarse en los descarnados brazos del libre-cultismo, ese dia la Espana de los recuerdos, la Espana de las antiguas glorias ha muerto, ese dia su nombre habra desaparecido del mapa de los pueblos civilizados, ese dia ¡Dios no lo permita! caera esta pobre Nacion abrazada a su osorio [...]”. Manterola, ni que decir tiene, hizo alarde hasta tal punto de su habitual energia que alguien pudo decir que “dio estocadas y mandobles en vez de bendiciones”.

Perdido el combate por la unidad religiosa, guardo silencio durante largos meses, hasta el 31 de enero de 1870 exactamente, dia en que intervino para pedir que no hubiese arreglo parroquial posible sin la intervencion de la potestad eclesiastica. Antes de despedirse para siempre de la Camara, habia de dar un vibrante y audaz grito en favor de la causa de don Carlos. Aprobada la Constitucion el 1 de junio, su combate parlamentario ceso. La estancia en las Cortes ya no tenia razon de ser para el desde el momento en que se aprobo el articulo 21 que consagraba la libertad de cultos en Espana.

Perdida la batalla del Parlamento, para Manterola como para otros muchos, el ultimo recurso de la Iglesia era el carlismo. Se lanzo decididamente a la conspiracion y fue designado como un enemigo del orden publico por las autoridades, principalmente en el Pais Vasco.

Cuando el joven pretendiente decidio convocar la asamblea de Vevey, el 18 de abril de 1870, para solucionar el problema planteado por la dimision de Cabrera, Manterola acudio a Suiza con los proceres del carlismo. En el verano de 1870, ya era el decidido e impaciente partidario del levantamiento en armas y acuden a su residencia de San Juan de Luz los jefes militares de las Provincias Vascongadas. La intentona del mes de agosto, conocida bajo el nombre de La Escodada, no le desanimo. Estaba convencido de que seria un grave error abandonar la empresa de “aplastar para siempre el liberalismo en Espana”. No habian de faltar al Rey “ni soldados que se batan como leones, ni entendidos capitanes que los conduzcan a la victoria”.

Cuando se disolvieron las Cortes, el 2 de enero de 1871 y el Gobierno de Amadeo de Saboya fijo las elecciones de los nuevos diputados, Manterola se nego a presentarse. Decididamente, el canonigo y el diputado habian cedido el sitio al conspirador. En San Juan de Luz, presidio la Junta foral carlista vasconavarra encargada de recaudar dinero y adquirir armamento, pero, unos meses despues, don Carlos disolvio dicha junta. En realidad el pretendiente no tenia muy buen concepto de Manterola, a quien reprochaba su ingenuidad y falta de sentido comun, si bien reconocia su inegable talento.

En la costa vasca, Manterola compagino muy bien su vida religiosa con su actividad politica. Tras decir misa, cada manana, a las ocho, en San Juan de Luz, se trasladaba a Bayona para predicar en la misa de once, llamada entonces “la misa espanola” por el gran numero de emigrados carlistas que concurrian a la catedral.

Su elocuencia le solia valer una buena colecta que destinaba a las necesidades del carlismo.

Los trabajos de conspiracion no le impidieron, sin embargo, formar parte del nutrido grupo de publicistas carlistas que cantaban los meritos de don Carlos.

A pesar del cansancio y de la enfermedad, dio a la imprenta tres folletos publicados por el editor madrileno Perez Dubrul en 1871: Don Carlos o el petroleo, Don Carlos es la civilizacion y El espiritu carlista. En el primero, indudablemente el mas conocido, Manterola senala el problema que se plantea en Espana: o don Carlos o los “petroleros”. Da la voz de alerta para infundir “sanos temores” a los elementos conservadores.

Si no quieren otra Comuna en Espana, es preciso llamar a don Carlos. Contra la Internacional, el unico recurso es el carlismo. En el segundo escrito, es notable, en particular, la impugnacion que el autor hace del capitalismo, parte integrante de la odiada civilizacion moderna, mas dura para el pobre que el Antiguo Regimen. En el tercero llama la atencion la condenacion del despotismo.

Cuando el pretendiente entro en Espana, Manterola fue uno de los pocos que le acompanaron en la arriesgada aventura que termino con el desastre carlista de Oroquieta. Don Carlos, perseguido por la policia francesa, volvio a Bayona, y fue Manterola quien le encuentra un alojamiento seguro.

A pesar de todas las precauciones que podia tomar, la actividad de Manterola fue tal que pronto llamo la atencion de la policia francesa. Fue detenido en el verano de 1872 y llevado a Paris, en donde le encerraron en la carcel militar del Cherche Midi. Merced a la intervencion de Salustiano Olozaga ?que habia sido companero suyo en las Cortes y que entonces era embajador de Espana en Paris? consiguio su libertad con la condicion de abandonar Francia en veinticuatro horas. Conducido por un gendarme a la frontera de Belgica, cambio de tren en la primera estacion despues de la frontera, y volvio en el acto, sin detenerse un minuto, a la costa vasca. Tomo entonces la iniciativa de formar en Bayona un comite de espanoles y franceses cuya mision fue la de establecer comites en otras ciudades de Francia, Italia, Belgica e Inglaterra con el fin de reunir fondos. Incansablemente trato de dar mas vigor al movimiento carlista. Animo a los morosos, intervino para allanar las diferencias surgidas entre don Carlos y la Junta militar vasconavarra, viajo a Inglaterra y Belgica, siempre en busca de fondos y apoyos.

Durante la guerra no desmayo nunca en sus esfuerzos.

De los muchos publicistas que se hicieron famosos en los anos anteriores a la guerra, fue, con Valentin Gomez, uno de los pocos que permanecieron en primera linea. Auditor general del vicariato castrense, primero, paso a ser vicario general interino. Profesor del instituto de segunda ensenanza de Vergara, colaboro en el organo oficial del carlismo El Cuartel Real, y predico en la Corte carlista que estuvo en Estella y luego en Durango.

Cuando termino la guerra, su nombre se habia hecho demasiado famoso para que se restableciera en su canongia de Vitoria. Comio, como muchos, el pan amargo de la emigracion en Francia primero, luego en Roma. Comprendido en un indulto, regreso a Espana y presto juramento a Alfonso XII. Obtuvo la parroquia de San Andres en Madrid. Poco despues gano la canongia de Malaga, luego la de Sevilla, y, por fin, la de Toledo.

Gran admirador y panegirico de santa Teresa, Manterola acudia todos los anos al Novenario que Alba de Tormes dedicaba a la santa. Alli le sorprendio la muerte el 24 de octubre de 1891.

 

Obras de ~: Ensayo sobre la tolerancia religiosa de Espana en la segunda mitad del siglo xix, Calahorra, 1862; Discurso pronunciado en la insigne Iglesia Colegial de Santa Maria de la Redonda de Logrono el 11 de julio de 1862, Logrono, 1862; Sermon que en la solemnisima funcion religiosa que como anuales cultos dedica la muy noble y muy leal provincia de Alava a su Patrono San Prudencio, pronuncio el Dr. D. Vicente Manterola, Predicador de Su Majestad y Canonigo Magistral de la Santa Iglesia Catedral de Vitoria, en presencia del Sr. Diputado y Juntas Generales de dicha provincia en la villa de Villareal, Vitoria, Hijos de Manteli, 1865; La Virgen Madre. Folleto de actualidad de propaganda catolica en que se vindica la perpetua virginidad de la Santisima Madre de Dios de los violentos ataques de la impiedad contemporanea, Vitoria, Sanz y Gomez, 1869; El Apostolado de Roma. Su influencia benefica desde el punto de vista social y politico y social, o sea Vindicacion del poder extraordinario de los Padres de la Edad media, Vitoria, Sanz y Gomez, 1869; Manual de controversia con los Protestantes, Vitoria, Sanz y Gomez, 1869; Discurso pronunciado el 12 de abril de 1869 y rectificaciones en los dias 13 y 14 del mismo tomadas del Diario de sesiones, Vitoria, Sanz y Gomez, 1869; Don Carlos o el Petroleo, Madrid, Perez Dubrul, 1871; El espiritu carlista, Madrid, Perez Dubrul, 1871; Don Carlos es la civilizacion, Madrid, Perez Dubrul, 1871, El Satanismo o sea la catedra del Espiritu Santo. Refutacion de los errores de la escuela espiritista, Barcelona, Espasa y Salvat, 1879; Afirmaciones catolicas, Madrid, Jose del Ojo y Gomez, 1884.

 

Bibl.: M. Bautista, Biografia de D.V. Manterola, Madrid, Alonso, 1869; VV. AA., Los Diputados pintados por sus hechos. Coleccion de estudios biograficos sobre los elegidos por el sufragio universal en las Constituyentes de 1869, Madrid, Labajos, 1869; J. Rico y Amat, La Unidad catolica. Biografias de los Diputados catolicos que han tomado parte en los debates sobre la cuestion religiosa en las Cortes Constituyentes de 1869, Madrid, R. Moreno, 1869; J. Nombela, Detras de las trincheras, Madrid, M. G. Hernandez, 1876; F. Melgar, Pequena historia de las guerras carlistas, Pamplona, Gomez, 1958; S. Petschen, Iglesia-Estado. Un cambio politico. Las constituyentes de 1869, Madrid, Taurus, 1974; V. Garmendia, Vicente Manterola, Canonigo, Diputado y Conspirador carlista, Vitoria, Caja de Ahorros Municipal, 1975; J. Extramiana, “De la paz a la guerra: Aspectos de la ideologia dominante en el Pais Vasco de 1866 a 1873”, en Boletin Sancho el Sabio, 20 (1976), pags. 7-89; F. Rodriguez de Coro, “Vicente Manterola y algunos presupuestos de su intolerancia religiosa (1866)”, en Boletin de Estudios Historicos sobre San Sebastian, 10 (1976), pags. 209-234; Pais Vasco, Iglesia y Revolucion liberal, Vitoria, Caja de Ahorros Municipal, 1978.

 

Vicente Garmendia

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