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Fernando VII

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Biografia

Fernando VII. El Escorial (Madrid), 14.X.1784 ? Madrid, 29.IX.1833. Rey de Espana

Noveno hijo de Carlos IV y Maria Luisa de Parma. Al nacer era el tercer descendiente varon de los reyes, pero la muerte prematura de sus hermanos Carlos y Felipe, gemelos, posibilito que al acceder su padre al trono (diciembre de 1788), Fernando fuera el primero en el orden sucesorio. El 23 de septiembre de 1789 fue jurado Principe de Asturias en San Jeronimo el Real en una solemne ceremonia de acuerdo con el ritual historico.

Sus preceptores, el escolapio Felipe Scio de San Miguel y su sucesor, el obispo Francisco J. Cabrera, le impusieron un estricto regimen de estudio y de vida. Si bien algunos de sus maestros, la mayor parte clerigos, como era usual en este tiempo, demostraron capacidad para desempenar su cometido, la educacion del principe disto de ser excelente. Pero no fue un ignorante, ni menosprecio la cultura. En su juventud se aficiono a las ciencias experimentales y paso mucho tiempo en un laboratorio puesto a su disposicion, dirigido por el reputado cientifico Gutierrez Bueno. Continuamente se preocupo por incrementar su biblioteca, hasta formar una apreciable coleccion bibliografica. Adquirio un conocimiento suficiente de frances como para traducir textos de esta lengua. Sintio curiosidad por conocer en persona el estado economico de su reino, que plasmo en los diarios de sus viajes, y continuando la tradicion de su padre, se intereso por las artes (durante su reinado fueron creados el Museo del Prado y el Conservatorio de Musica de Madrid).

Sin embargo, la imagen de este monarca transmitida por sus contemporaneos es la de un hombre vulgar, sin grandeza, dado al trato familiar con criados, aficionado al lenguaje zafio, apasionado por las diversiones populares ?en particular, los toros?, adicto a las salidas nocturnas en busca de aventuras galantes y, al mismo tiempo, imbuido de una religiosidad beata rayana en la supersticion.? Quienes lo trataron lo han presentado como una persona de debil caracter, muy influenciable por sus allegados, hipocrita, sumamente desconfiado, timido y cobarde, incapaz ?al decir de lord Holland? de sentir afecto hacia los demas, incluidos sus padres, quienes le correspondieron con la misma moneda. Retraido ante las dificultades hasta caer en la abulia, si las circunstancias le eran favorables se imponia a los demas hasta dominarlos, mostrandose entonces despota y cruel, dispuesto a cualquier cosa para satisfacer su egoismo. Fue un hombre muy consciente de su elevada condicion, preocupado en extremo por su imagen publica, terco, autoritario. No carecio ?dijo de el Mesonero Romanos? de sagacidad interesada y traviesa para servirse de los hombres de la mas diversa condicion.

Apartado de los asuntos publicos, su papel en la corte fue insignificante durante su juventud, pero su matrimonio con Maria Antonia de Napoles en octubre de 1802, a los 18 anos de edad, cambio radicalmente esta situacion. Influido por su esposa, comenzo a interesarse por la politica, y como le estaba vedada esta actividad, todo lo hizo en secreto, mediante intrigas. Con el auxilio de un grupo de aristocratas y clerigos, al que podemos denominar “faccion” o “partido fernandino” (los mas destacados fueron el canonigo Escoiquiz, los duques del Infantado y de San Carlos, y el marques de Ayerbe) los principes de Asturias se fijaron como principal objetivo acabar con el desorden, los abusos y vicios derivados ?segun dijeron? del gobierno despotico de Godoy, un advenedizo sin meritos encumbrado hasta lo inexplicable por el favor de la reina. No obstante, el movil principal de los fernandinos consistio en impedir que Godoy obstaculizara el acceso al trono del principe de Asturias, posibilidad propalada por ellos mismos sin fundamento alguno. Pretendieron asimismo poner fin al reformismo de raiz ilustrada emprendido durante los ultimos anos del reinado de Carlos IV, incrementar el peso de la aristocracia en el gobierno de la monarquia, y satisfacer las aspiraciones del clero, radicalmente contrario a la politica regalista desarrollada por los monarcas espanoles del siglo XVIII.?

Espana pasaba al inicio del siglo XIX por serias dificultades economicas, que provocaron el generalizado descontento de la poblacion. En otro plano, se vio sometida a una fuerte presion diplomatica por parte de Napoleon, quien amparado en la alianza hispano-francesa formalizada en 1796, condiciono considerablemente la politica de Carlos IV y le comprometio de lleno en la guerra contra Inglaterra. Los fernandinos aprovecharon este escenario para lanzar una dura ofensiva contra Godoy, plasmada inicialmente en el terreno de la opinion. Organizaron una intensa campana propagandistica inspirada en los procedimientos empleados durante la revolucion en Francia, fundada en la dicotomia entre el Bien y el Mal, encarnados respectivamente por Fernando y Godoy. Al despotico y depravado “valido” de los reyes, responsable de todos los males, se contrapuso la figura del principe virtuoso e inocente, condicion esta ultima justificada por su alejamiento de la politica. Los dardos lanzados contra Godoy alcanzaron a los soberanos, especialmente a la reina. En este punto destaca un proyecto costeado desde 1802 por el propio Fernando. Consistio en la elaboracion de varias decenas de estampas a color en las que en tono procaz se critico a Godoy de manera inmisericorde. En realidad, la mas vituperada fue la reina, presentada como la autora del encumbramiento del Choricero, y, por consiguiente, responsable en ultima instancia de todas las desgracias del reino. Es mas, la culpabilidad de la reina no se achaco a error o contingencia politica, sino a su depravacion sexual; era, pues, producto de su voluntad. El tema central de la satira no dejaba lugar a dudas: Godoy habia ascendido a lo mas alto porque dio a la reina “ajipedobes”, neologismo que debe ser leido de derecha a izquierda. Nada mas elocuente que esta zafiedad para ponderar hasta donde eran capaces de llegar el principe Fernando y su entorno para satisfacer su ambicion.

En 1807 los fernandinos dieron un paso adelante en su plan de acabar con Godoy y obtener, al mismo tiempo, el apoyo de Napoleon, requisito este ultimo que estimaron imprescindible para cubrir el objetivo anterior, que era el primordial. Pensaron lograr lo primero mediante la denuncia ante Carlos IV de los crimenes del odiado advenedizo. Lo segundo, gracias al matrimonio del principe Fernando, viudo desde mayo de 1806, con una dama de la familia del emperador frances. Alertado por informaciones diversas, el 27 de octubre de 1807 el rey ordeno el registro del cuarto del principe de Asturias. Se hallaron papeles que pusieron al descubierto parte de la trama, la cual abocaba en ultimo termino al destronamiento de Carlos IV. Fernando fue arrestado y se abrio un proceso judicial para esclarecer los hechos, conocido como “Causa de El Escorial”. Todo lo confeso el principe, pero oficialmente la opinion publica solo tuvo noticas fragmentarias de lo ocurrido a traves, para mayor confusion, de dos reales decretos publicados en la oficial Gazeta de Madrid . En el primero, del 30 de octubre, el rey mencionaba una operacion para destronarle en la que estaba implicado su hijo, sin especificar en que consistia tal accion. Por el segundo, del 5 de noviembre siguiente, Carlos IV perdonaba al principe y ordenaba seguir la causa contra el resto de los comprometidos en la trama, todos ellos delatados por el propio Fernando, entre quienes se contaban Escoiquiz y el duque del Infantado. Este ultimo Real Decreto incluia sendas cartas del principe a su padre y a su madre, en las que se reconocia autor de un “gravisimo delito” e imploraba su perdon en terminos vergonzantes.

Mal informada sobre lo sucedido, la poblacion juzgo inverosimil la participacion del principe de Asturias en una operacion contra el rey, y todo lo redujo a una maniobra de Godoy para denigrar al “principe inocente”, victima? de la ambicion del despota y de la depravacion de la reina. El fracaso de la conspiracion, que a primera vista podria juzgarse un triunfo de los reyes y Godoy, se torno de inmediato en exito del principe de Asturias, claro vencedor en la batalla de la opinion. Ademas, Fernando creyo haber obtenido el apoyo de Napoleon, pues los comprometidos en la trama de El Escorial habian contado con el concurso del embajador frances, Francois de Beauharnais.

Tras los sucesos de El Escorial, la posicion de los fernandinos ante la opinion publica era inmejorable. Todo dependia de aprovechar cualquier oportunidad para lanzar una nueva acometida contra Godoy. La ocasion la propicio el intento de trasladar la corte al sur de la Peninsula en prevision de cualquier actuacion inesperada de las tropas francesas que, segun lo estipulado en el tratado de Fontainebleau firmado en octubre de 1807, estaban entrando en Espana, oficialmente para atacar Portugal. Fernando y sus partidarios se negaron en redondo al viaje de los reyes. En la noche del 17 de marzo de 1808 la poblacion de Aranjuez, donde estaban la familia real y Godoy, incrementada por gentes de pueblos vecinos reunidas ex profeso, asalto la residencia de este ultimo. Para acallar las voces que pedian su cabeza por traidor, y forzado por los partidarios del principe de Asturias, el 19 de marzo abdico Carlos IV. Reunida la multitud ante el palacio de Aranjuez, aclamo al nuevo rey con extraordinario entusiasmo. Acto seguido, se hizo lo propio en el resto del pais. El suceso, conocido como “Motin de Aranjuez”, fue calificado por los fernandinos de accion espontanea del pueblo, dispuesto heroicamente a sanear la monarquia (posteriormente tambien los liberales se adheririan con matices a esta interpretacion). El motin, en realidad, estuvo organizado por los individuos de la corte y de la nobleza proximos a Fernando, con la apreciable participacion de nuevo del embajador de Francia.?

Fernando VII inicio su reinado obsesionado por terminar definitivamente con Godoy y garantizarse el respaldo de Napoleon. En lo primero no hallo dificultades; en lo otro fracaso. Destituido de todos sus cargos y honores, y secuestrados sus bienes, Godoy fue encarcelado y se anuncio la apertura de una causa judicial contra el, cuyo resultado no cabia imaginar otro que la pena de muerte. Pero Napoleon no reconocio a Fernando rey de Espana, si bien le dio a entender que asi lo haria tras celebrar ambos un encuentro personal en territorio espanol para tratar sobre la situacion de la monarquia. La entrevista con el emperador se convirtio en el objetivo prioritario de Fernando, de modo que se despreocupo del gobierno. Las medidas adoptadas en los primeros meses de su reinado, de marzo a mayo de 1808, se limitaron a derogar planes reformistas iniciados en el tiempo de Godoy, satisfacer ciertas aspiraciones de la aristocracia y el clero, y complacer con disposiciones de escaso relieve algunas demandas populares. Pero lo mas destacado de estos meses fue el sometimiento de Fernando VII a la voluntad de Napoleon. Como resultado de ello, las tropas francesas consolidaron su control sobre la mitad septentrional del pais y sin consentimiento del nuevo rey se instalaron en Madrid.

Ante el anuncio de Napoleon de entrar en Espana para celebrar la proclamada entrevista y reafirmar la alianza entre ambos paises, Fernando VII salio de Madrid a su encuentro el 10 de abril. El viaje finalizo el 20 del mismo mes en Bayona, donde lo esperaba el emperador ya con la idea de sustituir la dinastia Borbon por la suya. A esa ciudad francesa habia convocado Napoleon asimismo a Carlos IV y al resto de la familia real espanola.

Napoleon consiguio la corona espanola con relativa facilidad. El 5 de mayo Carlos IV le cedio sus derechos, al dia siguiente Fernando renuncio en su padre, y el 10 se adhirio a la cesion efectuada por este en Napoleon, mediante un convenio en el que se establecia que Fernando, su hermano Carlos Maria Isidro y su tio don Antonio fijarian su residencia en el castillo-palacio de Valencay, y cada uno de ellos recibiria mensualmente un subsidio de las arcas francesas. Desde su llegada, el 18 de mayo de 1808, hasta su salida, el 13 de marzo de 1814, esto es, durante todo el tiempo de la Guerra de la Independencia, “les princes espagnols”, como les denominaron las autoridades imperiales, pues continuaron sin reconocer rey de Espana a Fernando, permanecieron ininterrumpidamente en Valencay.

La conducta de Fernando durante su estancia en Valencay estuvo determinada por la sumision a Napoleon y por la desconfianza propia de su caracter. Se acoplo sin resistencia a las ordenes recibidas, invariablemente se nego a considerar cualquier plan de fuga (se idearon varios), felicito por escrito a Napoleon por sus victorias en Espana y a Jose por su acceso al trono, y nada hizo por contactar con los espanoles que luchaban en su nombre. Durante los seis anos pasados en Valencay, “todo lo que se puede decir de los principes espanoles es que vivieron”, escribio Talleyrand en sus memorias.?

A fines de 1813 se produjo un giro inesperado. Ante el acoso de la coalicion internacional, Napoleon tuvo necesidad perentoria de finalizar la guerra en Espana para disponer de sus tropas alli destinadas, y negocio un tratado con Fernando VII, cuyas clausulas fueron establecidas por el emperador. Para forzar a Fernando a asumirlo, le prometio que facilitaria su vuelta a Espana “con la misma autoridad que tuvo su padre,” esto es, como rey absoluto. El tratado, firmado en Valencay el 11 de diciembre de ese ano, no fue ratificado por la Regencia constitucional, el poder ejecutivo legalmente establecido en Espana. No obstante, Napoleon autorizo el regreso de Fernando VII. El 24 de marzo de 1814 llego el rey a Gerona. Fue recibido de la manera mas entusiasta.? Lo mismo sucedio en las restantes poblaciones de su itinerario hasta Madrid, a donde llego el 13 de mayo, tras pasar en Valencia un par de semanas que resultaron decisivas para preparar el golpe de Estado que posibilito su instauracion como rey absoluto. El regreso del “principe inocente” simbolizaba la victoria espanola sobre Napoleon. Fernando volvia, pues, muy fortalecido ante la opinion publica. Era el rey “legitimo”, frente al “intruso” Jose Bonaparte y al “tirano” Napoleon, y sobre todo el “principe inocente,” que sin ser responsable de los males de la patria, se habia inmolado por ella sometido a un duro cautiverio.

Durante la ausencia del rey, las Cortes de Cadiz habian resuelto la crisis de la monarquia tradicional espanola, crisis a la que tanto habia contribuido Fernando en su etapa de principe de Asturias, mediante su transformacion en monarquia constitucional. Asi quedo establecido en la Constitucion de 1812. Pero Fernando y su entorno no aceptaron esta solucion e interpretaron que el deseo general de los espanoles era ver a su rey dotado de plena soberania, sin las limitaciones contempladas en la Constitucion. La promesa recibida de Napoleon en Valencay y la manifiesta antipatia hacia la Constitucion de 1812 y, en general, hacia la obra de las Cortes profesada por Wellington, generalisimo de las tropas aliadas hispano-britanicas y en consecuencia el hombre con mayor poder militar en Espana en ese momento, le facilitaron el camino para derogar la Constitucion, declarar nulas las decisiones de las Cortes y restaurar la monarquia absoluta.? Asi lo anuncio Fernando VII en un manifiesto fechado el 4 de mayo de 1814 en Valencia, preludio del golpe de Estado perpetrado a continuacion, preparado por el rey y los suyos de acuerdo con sus procedimientos habituales: intrigas, negociaciones secretas, intensa campana propagandistica.?

Fernando VII nunca acato la Constitucion de 1812, ni acepto un sistema representativo, cualquiera que fuera su caracter. No obstante, tras el pronunciamiento de Riego en 1820 se vio obligado a jurarla. Inmediatamente, sin embargo, alento todo tipo de operaciones en su contra, incluyendo la formacion de partidas armadas. Durante los casi cuatro anos de vigencia del regimen constitucional (de enero de 1820 a septiembre de 1823, periodo denominado Trienio Liberal), se considero prisionero de los liberales y privado de sus prerrogativas regias. Insistentemente solicito ayuda a otros soberanos europeos, en especial al zar Alejandro I, para variar el regimen politico espanol, dominado segun el por revolucionarios “anarquistas” y “republicanos,” que odiaban la religion y los tronos y amenazaban su vida y la de su familia. Esa sensacion de inseguridad personal, mezclada con un odio visceral a los liberales y al constitucionalismo, caracterizo el resto del reinado.

En 1823 Fernando VII derogo por segunda vez el sistema constitucional. Al igual que en 1814, conto con una parte importante de la poblacion espanola, en particular el clero, pero para lograr su proposito preciso de la ayuda exterior. En 1814 habia dispuesto del impulso inicial de Napoleon y del soporte, mas por omision que por accion, de Wellington, quien a pesar de estar informado sobre la preparacion del golpe de Estado contra el constitucionalismo, nada hizo para impedirlo. En 1823 fue decisiva la intervencion militar de un ejercito extranjero, los “Cien Mil Hijos de San Luis”, acordada por las potencias europeas el ano anterior en el Congreso de Verona.

Si bien no cabe hablar de victoria completa de los absolutistas en 1814 y en 1823, dio la impresion de que retornaba la monarquia absoluta tradicional, encarnada en un monarca dotado de plenos poderes, solo limitados por la doctrina catolica y por las leyes tradicionales garantes de los privilegios de personas y territorios. Ello se hizo patente en simbolos y ritos, en medidas sociales, y en la retorica de las abundantes disposiciones oficiales de las dos etapas del reinado absoluto de Fernando VII: 1814-1819 y 1823-1833.

Ahora bien, como ha hecho notar Miguel Artola, el sistema politico? resultante no respondio al modelo de monarquia del Antiguo Regimen. A partir de 1814, con el intervalo constitucional del Trienio, Fernando VII establecio un nuevo sistema. Goberno con plena autoridad, sin limitaciones ni ataduras de ningun tipo ni procedencia: desmantelo la obra de los constitucionales, desvirtuo hasta hacerlos inoperantes en la practica los organismos historicos que atemperaban el poder del monarca, fundamentalmente los antiguos Consejos, no satisfizo las aspiraciones de la aristocracia, y a pesar de las numerosas concesiones a la Iglesia y de la retorica sobre la alianza del trono y el altar, mantuvo el tradicional regalismo. Fernando VII centro su politica en el control personal del poder, valiendose de la represion de toda disidencia, y de unos servidores cuya unica pauta de comportamiento fue la fidelidad ciega a su senor. El rey goberno a su manera, como un despota, escuchando los consejos que en cada momento le convenian, en particular los de su “camarilla”, sin ajustarse a ningun precedente especifico y como ningun soberano lo haria despues de el. El regimen politico de Fernando VII ?ha escrito Brian Hamnett? “nunca llego a adquirir un caracter definible”, fue sui generis.

Al igual que en otras monarquias europeas, la restauracion de 1814 en Espana no supuso, pues, la vuelta del Antiguo Regimen, sino el nacimiento de un nuevo tiempo politico. Pero a diferencia de lo sucedido en otros lugares de Europa, donde se produjo algun tipo de transaccion entre lo antiguo y lo nuevo, y se establecio un orden constitucional muy favorable a la Corona, en Espana se elimino a los disidentes y se descarto cualquier rastro de sistema representativo. Todo se fundamento en un rey que se impuso a todos y rechazo las propuestas que pudieran limitar su voluntad, aun cuando procedieran de los sectores contrarrevolucionarios con los que ideologicamente coincidia.

La actitud de Fernando VII ante la cuestion de la jurisdiccion senorial y la Inquisicion ilustra este ultimo extremo. La obra de las Cortes fue derogada en su conjunto en 1814, y nuevamente en 1823, pero los titulares de senorios no recuperaron sus derechos jurisdiccionales suprimidos por un decreto de las Cortes en 1811. Estos derechos fueron incorporados a la Corona en 1814, y cuando algunos nobles reclamaron su reversion, la Junta Consultiva, nuevo organismo creado por Fernando VII, respondio que la jurisdiccion era inherente exclusivamente a la soberania y, en consecuencia, solo correspondia al rey . Por su parte, la Inquisicion, simbolo del Antiguo Regimen, suprimida en 1808 por Napoleon y en 1813 por las Cortes de Cadiz, fue restituida en 1814, porque Fernando VII la considero necesaria para perseguir a los liberales. En 1820 el gobierno constitucional la elimino de nuevo, pero el rey no la restablecio en 1823, a pesar de las muchas representaciones en este sentido, procedentes sobre todo del clero. En esta ultima fecha, el rey disponia de otros organismos de control y represion, entre ellos la policia, que a diferencia de la Inquisicion -tribunal mixto eclesiastico y civil- dependia enteramente del monarca. En la decision real peso asimismo la presion internacional contra el odiado tribunal.

El sistema politico creado por Fernando VII, en suma, se caracterizo por el ejercicio personal del poder regio, un acusado espiritu contrarrevolucionario y la practica sistematica de una dura politica represiva. No hubo rastro de voluntad pacificadora. Fernando VII pretendio borrar de raiz las ideas y la obra de los revolucionarios (“quitarlas de en medio del tiempo”, dijo en su Manifiesto del 4 de mayo de 1814). Para salvar su vida o evitar la carcel, los liberales que pudieron se exiliaron, mayoritariamente a Inglaterra y Francia. Antes, en 1813, habian hecho lo propio los seguidores del rey Jose. El exilio politico y los intentos de los liberales de levantar a la poblacion espanola contra el absolutismo (hubo varios, todos saldados en fracaso) constituyeron rasgos sobresalientes del reinado de este monarca. Otros, no menos relevantes, fueron la perdida de America, salvo Cuba y Puerto Rico (tambien en este caso se opto por la fuerza militar, sin ofrecer alternativas politicas) y el acusado retroceso internacional de Espana, hecho este bien patente ya en el Congreso de Viena (1814-1815).

A pesar de la dureza de la represion, de la depuracion de la administracion y de la? consolidacion de los privilegios del clero, pronto se alzaron voces en el interior contra el rey, la mayoria de eclesiasticos. Le exigian mayor firmeza contra el liberalismo y el establecimiento de un sistema absoluto de signo teocratico. Acorralado por la doble oposicion de liberales y ultrarrealistas, y por una grave crisis economica y social, el rey dio via libre a partir de 1826 a una politica reformista encaminada a modernizar la administracion. Los ejecutores de esta politica fueron individuos de talante ilustrado, firmes partidarios de la monarquia absoluta y enemigos declarados del liberalismo, tildados por la historiografia de “absolutistas moderados” o “pragmaticos”, aunque quiza lo mas apropiado sea calificarlos de “fernandinos”, por su fidelidad al rey (Martin de Garay, Garcia de Leon Pizarro, Cea Bermudez, el conde de Ofalia, Lopez Ballesteros, Javier de Burgos…). Las medidas, algunas apreciables, como la creacion del Consejo de Ministros y del Ministerio de Fomento, la ley de minas, el codigo de Comercio, la fundacion de la Bolsa de Madrid, etc., estuvieron encaminadas a garantizar la pervivencia del regimen fernandino. Nunca se abogo por el cambio a un sistema constitucional, pues el rey jamas renuncio a sus plenos poderes.?

El reformismo de los “moderados” no contento a los liberales y tampoco tranquilizo al realismo extremista. Aprovechando el descontento de campesinos, artesanos, clero y notables locales, en 1827 los ultras de Cataluna organizaron un movimiento que amenazo con extenderse a otros puntos, en el que abundaron las criticas al gobierno e incluso al propio rey, a quien acusaron de incapacidad para imponerse a los enemigos de la religion y del trono. Fue la conocida como revuelta de los Agraviats o Malcontents. Sin renunciar a la via represiva, practicada a veces con suma dureza por el conde de Espana, Fernando VII decidio visitar personalmente Cataluna. El viaje, prolongado por Navarra y el Pais Vasco, fue para el un clamoroso exito, pues el entusiasta recibimiento de la poblacion en todas partes le confirmo su fidelidad. A su regreso a Madrid en agosto de 1828 habia recuperado gran parte de la popularidad perdida y los realistas mas moderados se forjaron la ilusion de que se abririan cauces a la participacion politica y finalizaria la represion. Las lineas maestras de la politica real, sin embargo, no se alteraron un apice.

Uno de los grandes problemas de Fernando VII, convertido al final de su vida en el mayor de todos, fue el de su sucesion. Sus tres primeras esposas: Maria Antonia de Napoles (1802-1806), Isabel de Braganza (1816-1818) y Maria Josefa Amalia de Sajonia (1819-1829) no le dieron descendencia; solo de la segunda tuvo una nina, que no supero los dos meses de vida. De su cuarta esposa, su sobrina Maria Cristina de Borbon, con quien caso en 1829 arropado por el entusiasmo popular, tuvo dos hijas (Isabel y Luisa Fernanda), pero ningun varon. Meses antes del nacimiento de la primera, que reinaria con el nombre de Isabel II, Fernando VII publico una Pragmatica Sancion (marzo, 1830) por la cual suprimia la ley salica, vigente en Espana desde 1713, y restablecia el derecho sucesorio castellano, segun el cual, en ausencia de varon por linea directa, podian reinar las mujeres de mejor linea y grado, sin quedar postergadas a los varones mas remotos. El rey justifico su decision aludiendo a que asi lo habian decidido las Cortes de 1789, las reunidas para jurarlo como principe de Asturias, aunque entonces no se publico el acuerdo. En contra se manifestaron tajantemente los ultrarrealistas, declarados ya firmes partidarios de su hermano Carlos Maria Isidro, cuyo acusado talante conservador era bien conocido. A favor se situaron los absolutistas moderados y los liberales, pues creyeron que a la muerte del rey ?que se presumia proxima, debido a su precario estado de salud- gobernaria Maria Cristina, sin otra opcion para consolidar el trono de su hija que proceder al cambio politico mediante la implantacion de un sistema constitucional. Corroboraron esta impresion las medidas adoptadas por Maria Cristina en 1832, cuando debido a la enfermedad del rey asumio la direccion del gobierno, entre ellas la reapertura de las Universidades y un decreto de amnistia, que si bien resulto muy restrictivo, posibilito el regreso del exilio de algunos liberales.?

Desde 1830 la politica espanola transcurrio en un ambiente de acusada agitacion, provocada por la division entre los que seran llamados “carlistas,” defensores del derecho al trono del infante don Carlos, y los “isabelinos” o “cristinos”, partidarios de la futura Isabel II. La fractura se manifesto en el seno de la familia real y en la corte, y dio lugar a sucesos rocambolescos: derogacion y promulgacion por segunda vez de la Pragmatica Sancion, cambios de gobierno, sorprendentes negociaciones para compaginar los derechos de Isabel con los de don Carlos, etc. Por supuesto, la division afecto asimismo al conjunto del pais. Junto a las noticias sobre la formacion de circulos carlistas, y el hallazgo de armas en conventos e iglesias, surgieron rumores de distinto signo, unos acerca de la constitucion de una Regencia “carlista” que en distintos puntos del pais preparaba sublevaciones, otros sobre las maniobras de individuos sospechosos de llevar a cabo innovaciones politicas destinadas a restringir los derechos del trono.

Al margen de la cuestion sucesoria, los liberales prosiguieron en su intento de provocar el cambio politico. Amparados en el ambiente creado en Europa por los movimientos revolucionarios de 1830, ensayaron distintas acciones coordinadas entre el exilio y el interior. Todas fracasaron, y muchos de los comprometidos en ellas fueron ejecutados. Muy sonados fueron los casos de Mariana Pineda y el general Torrijos, una y otro elevados por el liberalismo posterior, al igual que Riego, a simbolos de la lucha por la libertad (“martires de la libertad”).

El 29 de septiembre de 1833 murio Fernando VII, tras padecer durante varios meses graves problemas de salud. La reina Maria Cristina asumio la funcion de regente durante la minoria de edad de su hija Isabel II, nacida en 1830. Pero don Carlos declaro con firmeza su derecho al trono. El enfrentamiento, que no fue solo de caracter sucesorio, dio lugar a una guerra civil, prolongada durante siete anos.

 

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Emilio La Parra Lopez

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