El balance de los cuatro atentados llevados a cabo simultáneamente en Ninive es ciertamente estremecedor. Al día siguiente de esos sangrientos ataques, los datos provisionales hablaban de al menos 250 muertos y 375 heridos, muchos de ellos graves. Lo más probable es que la cifra final de fallecidos sea todavía más abultada y fuentes hospitalarias señalaban que podría elevarse hasta los 500 muertos.
Las explosiones de los camiones-bomba, conducidos por kamikazes, sacudieron las localidades de al-Khataniyah y al-Adnaniyad, situadas a un centenar de kilómetros de Mosul. La mayoría de las víctimas pertenecen a la comunidad preislámica yazidi, de cultura kurda.
Aunque no existe confirmación oficial sobre la autoría de los ataques, fuentes kurdas apuntan al llamado «estado islámico en Irak», léase «Al Qaeda en Irak», a cuyo frente se sitúa a Abu Omar al-Baghdadi, el considerado por las potencias invasoras de Irak como nuevo líder de la red islamista en sustitución del desaparecido Abu Mussab al-Zarkawi.
«Al Qaeda en Irak» ha sellado algunos de los atentados de mayores dimensiones llevados a cabo en Irak. Buena parte de ellos no tienen, sin embargo, como objetivo a las tropas extranjeras sino que, según observadores árabes, alientan una lógica de «violencia comunitaria».
Las autoridades kurdas relacionan los ataques contra miembros de la minoritaria comunidad yazadí con la reciente difusión de unas imágenes en la que miembros de esa colectividad religiosa lapidaban a una joven por haber abrazado la religión islámica. En todo caso, la evidente desproporción en la respuesta lleva a observadores locales a plantearse más dudas.
Invención estadounidense
Desde que se diera a conocer, el «estado islámico iraquí» se ha identificado con la comunidad sunita y sus pronunciamientos han venido a insistir en la línea de situar en chiíes y kurdos la «amenaza real» contra Irak. Son muchos los interrogantes que planean sobre «Al Qaeda en Irak» y no faltan las voces que le recriminan el contribuir al proyecto de fragmentación de Irak.
De hecho, su presentación en octubre de 2006, coincidió con el anuncio del proyecto de reforma administrativa del país a cargo del Gobierno títere. Desde entonces, se han producido anuncios como la creación de un ejército con miles de soldados, avalados con la emisión de imágenes de alardes militares de las tropas de Al-Qaeda. Una fuente tan influyente como la televisión Al-Yazeera puso en duda la autenticidad de una exhibición militar que la organización islamista situó en pleno centro de Mosul. A alimentar los interrogantes han contribuido algunas declaraciones de altos responsables militares, entre ellos el general George W. Casey, quien fuera comandante en jefe de las fuerzas militares estadounidenses, que llegó a atribuir a los servicios secretos de su país la redacción de algunas declaraciones de marcado caracter sectario de «Al Qaeda en Irak». Otras fuentes van más allá para hablar de la fabricación de «enemigos públicos número uno», en función de los intereses de Washington.
El periodista y escritor Thierry Meysan remarca en un artículo cuya traducción íntegra puede consultarse en www.rebelion.org que «en un año Al Qaeda en Irak ha reclamado la autoría de numerosas ejecuciones sumarias. Para la prensa occidental, esas ejecuciones vienen a probar la existencia del peligro islámico; para los iraquíes, son hechos cometidos por los escuadrones de la muerte de la guerra sucia que dirigen los ocupantes». Según la tesis sostenida por el presidente de Red Voltaire, pero avalada por buen número de investigadores independientes, nos encontraríamos ante una enorme operación de intoxicación cuyo objetivo principal sería el sostener ante las sociedades occidentales la necesidad de perseverar en los operativos militares en Irak y Afganistán.
Aunque siempre es arriesgado confiarse en exclusiva al factor de la oportunidad, es cierto que las grandes irrupciones vía internet de Bin Laden o de sus supuestos correligionarios en Irak se han producido en momentos convenientes para la Casa Blanca. Los últimos atentados se producen tras la caída del principal ideólogo de la Administración Bush y con un informe británico sobre la mesa en el que se desconfía de la estrategia seguida por el Pentágono en Irak. ¿Los temores a que el apoyo aliado a la guerra contra Irak pierdan fuerza pueden explicar la sangrienta irrupción en Ninive? Cuanto menos conviene plantearse muchos interrogantes con respecto a la existencia y estrategia de una organización militar que, señala Meyssan, crece y se expande en Irak de manera incomprensible pese a la ocupación militar extranjera del país. Las cuatro explosiones simultáneas en la zona de Mosul se produjeron a las 8 de la tarde, en pleno toque de queda.
Un millón de muertos
Los ataques que han tenido por objetivo a la comunidad yazidi han sido definidos de inmediato como unos de los más sangrientos ocurridos desde el inicio de la segunda agresión militar contra Irak. Las estadísticas, lamentablemente, son efímeras en el país árabe.
Según un informe de Just Foreign Policy, la invasión iniciada en 2003 ha causado la muerte de cerca de un millón de personas en Irak. El informe incluye en su estadística tanto a los fallecidos por acciones violentas -la superioridad militar del ocupante es abrumadora- como por la destrucción de infraestructuras básicas para la supervivencia de la población del otrora rico país petrolero.